Los fibroblastos son células alargadas, fusiformes, con núcleos ovalados. Se encuentran en la dermis, que es la capa más profunda de la piel. Estas células le proporcionan estructura, fuerza, nutrición y flexibilidad a la piel, ya que producen colágeno y elastina. Además, tienen un papel importante en la curación de heridas y contribuyen al crecimiento de los folículos pilosos, que son unos sacos en cuyo interior crece el vello de la piel.
Con el paso de los años, la acción de los fibroblastos se vuelve más lenta y dejan de producir elastina y colágeno progresivamente, provocando que la piel pierda su soporte y marcando las líneas de expresión (arrugas). Por lo tanto, se emplea un tratamiento que consiste en el trasplante de fibroblastos autólogos.
Primero, se toma una muestra de piel que presente fibroblastos que aún sean capaces de producir colágeno y elastina, frecuentemente se realiza el muestreo en la zona posterior de las orejas. Posteriormente, se envía la muestra tomada al laboratorio para la realización de un cultivo de fibroblastos que, tras 5 semanas de proliferación, se empaquetan adecuadamente en jeringas. Finalmente, se aplican en las zonas del rostro del paciente.
En conclusión, esta técnica de medicina estética ayuda al rejuvenecimiento de la piel gracias al trasplante de células del propio paciente, evitando así el uso de cirugía estética o la aplicación de sustancias como ácido hialurónico o botox.
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