Como ya se ha comentado con anterioridad, para que los xenotrasplantes se conviertan en una realidad en la práctica clínica, se deben resolver las barreras inmunológicas, fisiológicas y el riesgo de xenozoonosis (enfermedades transmitidas de animales a humanos tras el trasplante) que estos poseen.
Pese a los grandes avances biotecnológicos que han tenido lugar en los últimos años y que han permitido superar el problema del rechazo hiperagudo, aún queda mucho camino por recorrer ya que una reacción similar se genera días o semanas después. Y es que el rechazo agudo humoral, vascular retardado (caracterizado por la disfunción de la coagulación), rechazo celular y crónico de injertos siguen necesitando más investigación para hayar una solución que asegure la efectividad de este tipo de trasplantes.
Por condicionamientos fisiológicos se hace referencia a la necesidad de un posterior buen funcionamiento del xenoórgano, tras haber sido trasplantado. Por ahora los resultados son esperanzadores. Los riñones porcinos han demostrado mantener una homeostasis, un balance electrolítico y una osmolaridad adecuada. Anatómicamente, el corazón del cerdo es similar, y aunque existen diferencias entre las estructuras valvulares de ambas especies se ha demostrado que este es un problema insignificante. Con respecto a la anatomía hepática porcina, el cerdo tiene 3 lóbulos (los humanos tenemos 2), pero los estudios demuestran que el hígado porcino podría funcionar adecuadamente. El pulmón porcino es capaz de proporcionar una adecuada oxigenación e intercambio gaseoso. Pero no todos los resultados son favorables ya que la antigenicidad de la córnea del cerdo ha sido un obstáculo para el xenotrasplante.
Como conclusión sabemos que aunque aún faltan muchos temas que resolver, se ha avanzado mucho, lo cual es muy esperanzador.
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